Pablo Gonzalez

La derecha intransingente de Guatemala y el catolicismo anticomunista

Mariano Rossell y Arellano
Mariano Rossell y Arellano
Cogidos nuevamente de la mano, ahora, para derrocar al Procurador de los Derechos Humanos

La iglesia reaccionaria de Guatemala la emprende contra el Procurador de Derechos Humanos, Jordán Rodas, por supuestamente haber respaldado un movimiento femenino de reivindicación de género, que aducen estos pícaros católicos, es una ofensa a la Virgen María y su sagrada vulva.
Son la misma criatura perversa nacida del odio a la humanidad, pero sobre todo, del odio a los humildes que tienen dignidad. 

Pareciera que estamos situados en el año fatídico de 1954 cuando los Estados Unidos destruyeron la democracia guatemalteca con mercenarios armados que entraron por Honduras y con la fundamental cooperación ideológica de personas como monseñor Mariano Rossell y Arellano, arzobispo de Guatemala, que en procesión llevó al Cristo Negro de Esquipulas por todos los pueblos del país en su campaña contra el comunismo ateo y devorador de niños

Miles de guatemaltecos se consideraron ante la campaña de agitación del cura como en la Edad Media, cruzados de Cristo y con disposición a la muerte para salvar a la Santa Madre Iglesia Católica de las fauces de la bestia sanguinaria del comunismo internacional. 

Multitudes de guatemaltecos se adhirieron a los ideales fascistas de Sor Pijije, tal fue el remoquete, el apodo, que le endilgaron los estudiantes universitarios a este personaje flaco, tan flaco, seguramente por la maldad que se gastaba diariamente contra todo ser humano que no identificara con su pensamiento fanático y egoísta.

 ¡Toda una porquería de monseñor! Irrepetible por lo despreciable y por su bajísima calidad humana.

Ahora, en el año 2018 también la iglesia reaccionaria de Guatemala no solo la emprende contra el Procurador de Derechos Humanos, Jordán Rodas, por supuestamente haber respaldado un movimiento femenino de reivindicación de género, La Procesión de la Poderosa Vulva, que aducen estos pícaros católicos, es una ofensa a la Virgen María y posiblemente a su sagrada vulva, que cosa de cosas, no conoció varón aunque tuvo Jesús como tres hermanos, según lo dicen los propios Evangelios, no yo.

 Su otro frente de lucha de los católicos coludidos con los honorables diputados es contra un Bien Inmaterial de la Humanidad, el Desfile Bufo de la Huelga de Dolores de la Universidad de San Carlos de Guatemala, que desde hace más de un siglo satiriza la hipocresía de tanto católico de Guatemala, de los cachurecos, según el adjetivo usado por los guatemaltecos en el lenguaje coloquial durante los siglos XIX y principios del XX.

Los Cachurecos colman en 2018 la Plaza de la Constitución, recolectando 14 mil firmas para presentar una petición formal de destitución del Procurador de los Derechos Humanos de algo que no tiene culpa y que hubiese estado muy bien si hubiera dado su respaldo civilizado a las luchadoras por reivindicaciones de género. 

Pero sucede que no fue así. 

El Procurador de los Derechos Humanos llegó a la Plaza de la Constitución a darle su apoyo a los familiares de las 41 niñas incineradas y coincidieron las activistas de género, quien ya declararon ante los medios de comunicación que nunca fue invitado para La Procesión de la Poderosa Vulva el procurador Jordán Rodas.

Pese a la aclaración hecha a los activistas fascistas de la Iglesia, ellos continuaron con su trabajo ruin como si nada hubieran escuchado, en una sinergia obscena con el Congreso de la República (la pocilga mayor de Guatemala) para juntos defenestrar al Procurador de los Derechos Humanos que se ganó su odio por haber detenido la expulsión por parte de Jimmy Morales del comisionado de la CICIG, don Iván Velásquez.

 Eso es todo. No hay fe de por medio, sino instrumentalización de un hecho innocuo (lo de la vulva) para buscar un fin altamente perverso como es fortalecer la Gran Pacto de Corruptos.

 Por eso se dice siempre de las religiones, con esa trampa cazabobos que tienen instalada en la Plaza de la Constitución que: “Ya la Iglesia no mata, pero sí ataranta”.

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