Pablo Gonzalez

Nicaragua: ¿Cómo fue que cayó Gaspar Garcia Laviana?

Gaspar García Laviana, cura párroco de San Juan del Sur y Tola. Conocido como Comandante Martín.

Estamos en un rancho propiedad de un colaborador del FSLN cuando nos llegó la información el 10 de diciembre de 1978 que en la hacienda Santa Elena habían sido vistos efectivos de la Guardia Nacional (GN). 

Se encontraba con nosotros un individuo de nombre Elías Pérez Padilla, quien se ofreció para guiarnos hacia esa zona, en vista que él conocía la región; nos explicó que si no estaba la GN en la hacienda Santa Elena, posiblemente estaría en la casa de cuido El Disparate, sitio también llamado El Infierno; todo esto en el propio departamento de Rivas.

En consideración a estos antecedentes, se seleccionó a un grupo de compañeros —los mejores combatientes—, 27 en total; esta pequeña columna quedó compuesta por tres escuadras.

 La primera la comandaría el propio Gaspar García Laviana; la segunda el comandante Javier Pichardo (Emilio), escuadra de asalto y la tercera la comandé yo, Carlos Duarte Tablada (Jerónimo).

En la escuadra de asalto iban: Emilio, Oscar, Johnny Tórrez, Marcelino Melgarejo (Concho), Cumbo, Nello, José Abrahán Rojas Moreno (El Zorro), Cuadra, Pedro Hernández, Sagitario y Dennis.

En la escuadra de Gaspar García Laviana iban como jefe Alejandro Guevara Silva (Fernando); además Zorro Nica, Paco, Titi, Tonino, Estelí o Santiago Gutiérrez y Orlando.

En mi escuadra iban J. Dávila, caído en Managua en la radial Santo Domingo un mes antes del triunfo, (Caballo de Hierro); Puma, de quien nunca supe su nombre, caído en combate en el Ostayo, el 10 de julio de1979; Víctor Manuel Urbina Sevilla (Juancito, el humilde campesino), Gato, Mario Iván Guerra (internacionalista-Chile-Temuco. “Jorge”), Damián, Justo, José Isaac Murillo Prado (El Tigre); Gilberto Cano Gaitán (Porfirio), de extracción campesina, muerto en combate en Nueva Guinea, con el compañero Elio Cuaresma Fuentes (Pico).

 Más el internacionalista panameño Ernesto Santos Rodríguez (Cristo) de la brigada Victoriano Lorenzo; Marco Antonio Cuarezma Fuentes (Orlando de Masaya),  y Frank Sheller Norori (Chele Andrés), desaparecido en Miami-EE.UU.

Gaspar García Laviana estructuró y preparó el operativo, se nos indicó que sería en la hacienda Santa Elena, en las márgenes del río Mena, lugar que se suponía estaba la soldadesca somocista. 

Partimos a las dos de la tarde del 10 de diciembre. Caminamos unos 25 kilómetros, seguíamos una trayectoria circular para atacar por el lado más vulnerable. 

El camino fue difícil, tortuoso, cruzamos ríos caudalosos, patinamos, caíamos y nos levantábamos, seguíamos en subidas y bajadas por el zonzocuites y montes enmarañados.


Traición

Antes de llegar al objetivo se consolidó el plan a orillas del río Mena, y nos dividimos para ocupar las posiciones asignadas y esperar la orden de asalto que daría el comandante Gaspar. 

Un cuarto de hora más tarde nos dimos cuenta que la hacienda había sido abandonada. Cinco de la escuadra del comandante Pichardo fueron a explorar y confirmaron nuestra apreciación.

En la hacienda Santa Elena se nos dio alimento, bananos manzano en huaca y frijoles cocidos. 

Gaspar decide, en contra de nuestro criterio, de los jefes de columna Pichardo y Duarte, avanzar tras el enemigo en forma cautelosa, tomar todas las precauciones necesarias; pero como tenía un alma y conciencia limpia, creía que todo el mundo era bueno, humanamente cometió un grave y ultimo error de su vida, mandar a Elías Pérez Padilla a avisar a su hermano y familia que abandonaran la casa de cuido del sitio El Infierno, un lote de El Disparate. 

Todo esto fue en contra de nuestro criterio como jefes, pero él ratificó la orden de avanzar en forma cautelosa. Sin discusión alguna marchamos al sitio El Infierno.

Cambio del plan de ataque

Cayó un torrencial aguacero y el frío se hizo intenso. Las tres escuadras tomamos posiciones frente a la casa de los Padilla e inesperadamente el comandante Gaspar García Laviana cambia el plan de ataque original. Este cambio evita nuestra muerte, pero paga con su vida.

Gaspar recomendaba en voz baja que nos mantuviéramos quietos, que nos esfumáramos y que en combate venceríamos a los perros.

Horas más tardes llegó el amanecer, es decir, el 11 de diciembre (1978), un día frío, con llovizna y nublado. Se esperaba la orden de fuego, que se daría por medio de una granada polivalente que lanzaría el propio Gaspar García Laviana sobre la posición de los guardias. 

El comandante Gaspar García Laviana y sus combatientes se ubican sobre una pequeña elevación a la orilla derecha del camino que conduce a la casa de cuido El Disparate. (Versión de A. Guevara Silva).

La columna que comanda el segundo jefe Javier Pichardo “Emilio”, que es una fuerza de asalto ya no acomete frontalmente, sino que rodea por el lado norte la casa de cuido El Infierno encontrándola abandonada.

Sucede que las fuerzas enemigas se encuentran al fondo de una hondonada, por donde Jerónimo con sus combatientes asignados, al lado sur de la casa de los Padilla, impidiéndole a la guardia ver a profundidad el lado norte, en donde se encuentra la casa de Los Padilla, atrás se mueven las fuerzas comandadas por el jefe Javier Pichardo Ramírez. 

Las fuerzas del comandante Emilio recuperan todas las provisiones de ración C, comida pertenecientes al enemigo y avituallamientos enviado por el ejército norteamericano.

Emilio y su tropa de asalto se van con la ración C hacia el punto de reunión, oyen unos disparos, creen e imaginan que son entre nosotros mismos, según la versión del comandante Pichardo, expresada en el punto de reunión al encontrarnos.

 Es decir, todo esto se prestó a una gran confusión.

Mi fuerza y yo nos encontrábamos en la cresta militar de una cañada que al oeste marca una depresión que no permite ver hacia el camino real que conduce a la casa de cuido El Infierno, en donde está Gaspar, Alejandro y sus compañeros; es decir, en la orilla del camino real que conduce a la casa de cuido El Infierno. No pude apreciar nada, sólo escuchaba. Yo había ordenado a mi escuadra hacer sentadillas para entrar en calor.

Sorprendidos

Una patrulla de exploración que envió el capitán GN Mario Morales sobre el lado oeste del camino se encontró con uno de los combatientes de Gaspar. 

Se impactó al ver a la guardia y dijo en voz alta: “¡la guardia!” Rodean la lomita por donde estaban ubicados Gaspar, Tonino y Alejandro, es decir, al lado derecho del camino y sorprendidos por atrás, lo hieren mortalmente y junto a él cae también heroicamente el combatiente Luis Arroyo Ugarte, Tonino de Rivas.

Yo alcancé a oír a Gaspar: ¡Hay mamita me dieron! y ¡denle duro a los perros! Habían sido sorprendidos por un movimiento envolvente y el primero en caer herido de muerte fue el propio Gaspar García Laviana, y fue por ello que no hubo señal al iniciar el combate.

 Del fondo de la cañada, allá abajo de la casa de los Padilla, surgen alrededor treinta cascos de la patrulla fronteriza de la Guardia Nacional, empezaron los gritos y las órdenes de fuego de la guardia, por el lado en dirección a Gaspar y su gente.


Cae en combate en la guerra insurreccional contra el dictador Anastasio Somoza Debayle, el 11 de diciembre de 1978.
Cortar el avance

Nada de esto nos acobardó, respondimos al fuego en vista de que la guardia no había notado nuestra presencia armada arriba de la cañada. 

Un invierno de pólvora y sangre se desató en el lugar. Le ordené enérgicamente a Porfirio que se arrodillara o se tendiera para disparar. Alejandro Guevara “Fernando”, valiente y heroicamente se quitó con su FAL a cinco guardias de encima a menos de cinco metros, en combate frontal con ellos. (Versión de los compañeros que andaban con Alejandro Guevara).

Para que no subieran en forma masiva los miembros de la patrulla enemiga, de inmediato disparé una y otra vez granadas polivalentes; de esta manera se cortó el avance del enemigo. 

Bajé rápido en zig-zag, me encontré frente a frente aproximadamente a unos treinta metros de donde estaba el oficial de GN Mario Morales y sus subalternos, que atemorizados no querían avanzar.

 Logré cargar mi FAL, lo puse en ráfaga; Morales con su voz recia y militar exigía ponerse de pie y avanzar a los guarditas, a quienes yo los recibí con ráfagas de FAL. Escuche gritar a Morales: “¡Mortero! ¡Mortero, denle a 600 metros al sur!”.

 Trasmitía a gritos a una pequeña batería que estaba ubicada en el fondo del teatro de guerra, a unos doscientos metros atrás de la casa de los Padillas, alias Los Basuras.

Una, dos explosiones secas; dos silbidos rasgaron el aire, luego uno y dos estallidos sobre la guardia y otro al centro donde nos encontrábamos Morales y yo. Subí rápidamente la loma ordenándole a Puma y a Ernesto Santos Rodríguez “Cristo” que enderezaran la Mack hacia la casa de los Padilla y que cambiaran cañón —cosa que olvidaron— y como había que meterle cinta tras cinta, el primer cañón de la Mack se reventó.

Cese al fuego

Hubo un cese al fuego luego de 45 minutos de combate. Gran olor a pólvora, lamento de los bandos, gritos en la casa de Los Padilla, en la posición del comandante Gaspar.

Hubo una lluvia incesante de M-79 contra la colina y mientras los morteros triangulaban su cerca de fuego y muerte, grité la retirada, la cual se hizo con mucha sobriedad y orden.

 Me ayudaron a garantizar la retirada el ánimo y la sobriedad de los compañeros: José Murillo Prado “Tigre”, miembro de la brigada panameña Victoriano Lorenzo; el compañero Víctor Manuel Urbina Sevilla “Juancito”, fallecido recientemente el 10 de enero de 2015, el humilde campesino (quien dos años y un mes atrás, el 6 de noviembre de 1976 sirvió como última vez de guía o baqueano en Zinica a nuestro comandante Carlos Fonseca Amador, “Agatón”); Jorge, el chileno, me reclamó que por qué nos íbamos. 

Le dije que habíamos violado la orden de los comandantes García Laviana y Pichardo de presentar combate sólo quince minutos, si es que se daba. Seguimos la marcha al vado del río y al punto de reunión.

Salíamos de la colina, en eso empezaron a caer docenas de proyectiles de morteros de 60 mm y 81 mm. Mientras bajábamos, Jorge, el chileno (Mario Guerra, de Temuco, Chile, caído heroicamente 10 días antes de finalizar la guerra), iba discutiéndome que por qué me quedaba de último, que pasara adelante a guiar la columna, le respondí con humildad revolucionaria que el deber del jefe es ir de último en la fila, cuidando de la integridad y retirada de todos los compañeros.


Forense Dr. Caldera Gutiérrez y Conrado Abarca Páez (hijo de Conrado Abarca y Celia Páez) el gobernador político departamental de Rivas en el proceso de identificar el cuerpo. Fuente: http://www.rtpa.es/gaspargarcialaviana/galeria.html.

Otro combate

Al bajar la loma, Santos Rodríguez, El Puma y yo volvimos a tranzar combate con la GN; era El Diablo Morales, un brownista y alrededor de 8 guardias más. Cada vez que disparábamos estos se iban de pecho a tierra y cuando ellos lo hacían nosotros también nos tendíamos; entre la guardia y nosotros había una distancia de unos 30 metros, era desde el chagüite y la loma donde la guardia disparaba. Nosotros nos quedábamos al pie de está, cubriéndole la retirada al resto de la columna.

De repente pasó velozmente el Chele Andrés (Frank Scheller Norori), corría y disparaba, dio muerte con su ráfaga a dos guardias que quedaron abrazados a las matas de chagüite con gritos de muerte. 

Aproveché esto para ordenar que nos retiráramos.

Persecución

Ya en el río, Jorge me amenazó con su fusil que si yo no pasaba me rafagueaba; volví a persuadir al camarada. En otra parte del curso del río Mena la guardia captura, por no saber nadar, al compañero Santiago Tórrez Gutiérrez, “Santiago”.

La aviación nos ametralló y bombardeó. Los soldados iniciaron nuestra persecución con la ayuda de tropas frescas de refuerzo helitransportadas. Logramos salir del lugar de peligro, sin embargo, atrás… aun escuchamos ráfagas de ametralladoras.

Punto de reunión

Alcanzamos el punto de reunión que se había acordado, pero muchos compañeros faltaban. Diez no llegaron.

Concho, Zorro, Sagitario, Santos Rodríguez y yo sugerimos al comandante Emilio (Pichardo) regresar a la zona de combate, pero por decisión democrática de toda la columna y de Pichardo se dijo que no; argumentándose, primero, que teníamos a la aviación encima; segundo, porque había llegado refuerzo helitransportado al enemigo; tercero, que no sabíamos si los combatientes habían alcanzado otro punto de reunión; y cuarto, porque nos habíamos quedado escasos de tiros.

A la base guerrillera

Ante todo esto, llegamos al campamento después de las dos de la tarde. Allí estaba nuestra retaguardia y base guerrillera. 

Siendo los jefes de todos los combatientes Reinaldo Díaz Rodríguez (Rómulo) y Guillermo Segundo Núñez Blanco (Cambell). De regreso a nuestra base, consideramos que el enemigo podía estar emboscado aún y persiguiéndonos, colocamos dos retenes.

 Y al llegar a nuestro campamento confirmamos que Fernando y el Zorro se retiraron de la base guerrillera en busca del mando superior del Frente Sur, que vivía en San José, Costa Rica. 

Y nos encontramos con una buena noticia en el campamento base, estaban cinco de los diez compañeros que creíamos estaban perdidos.

Pese a las bajas ocasionadas a la patrulla fronteriza de la Guardia Nacional habíamos sufrido un duro golpe y el regreso fue silencioso y triste, nos sentíamos culpables de lo ocurrido.

Balance de la caída de Gaspar

Una vez que nos reunimos en el campamento base guerrillero con los combatientes involucrados en el combate de El Disparate, sitio de El Infierno, quedamos más claros sobre los hechos acontecidos en el sitio donde la guardia sorprendió en forma inesperada al comandante Gaspar García Laviana frente a la casa de El Disparate, sitio de El Infierno, que es una casa de cuido de la misma, hacienda Santa Elena, ubicada en la frontera sur de Nicaragua.

Caídos en combate

Entre los puntos aclarados: estamos conscientes y seguros que al lograr subir el grueso de la patrulla de la guardia fronteriza nacional, el capitán GN Mario Morales asesinó con un tiro de gracia al comandante Gaspar García Laviana, quien había quedado gravemente herido

De los otros que acompañaban a Gaspar, “Paco”, de la brigada Victoriano Lorenzo de Panamá, recibió un balazo en uno de sus antebrazos que le hizo botar el fusil, ametralladora Browning que portaba. 

El disparo le produjo la fractura del cúbito y radio de unos de sus antebrazos, y quedó fuera de combate. 

El compañero Luis Arroyo Ugarte, “Tonino”, fue abatido de varios disparos y falleció en forma inmediata. 

Los pocos disparos defensivos fueron realizados por Alejandro Guevara Silva, los que distanciaron a los atacantes de la Guardia Nacional que propiciaron más bajas a las fuerzas sandinistas.

Repliegue

Por no haber escuchado la fusilería nuestra, en poder de los compañeros subordinados a Alejandro Guevara, se evidencia con certeza que después se derivó en un repliegue no ordenado, que lo asevera la captura a la orilla este del río Mena del compañero Santiago Torres Gutiérrez “Jaime o Santiago” de Estelí, que se encontraba solo y sin saber nadar. 

Al perder su fusil fue capturado, castrado y asesinado por orden del mismo capitán GN Mario Morales.

Los combatientes asignados a Guevara que no llegaron al punto de reunión ni al campamento base guerrillero el día de la retirada, aparecieron días después asegurándonos que ellos fueron arrastrados por las aguas del río, por no haber hecho uso del paso por el vado que utilizamos al llegar.

Consumados los asesinatos, la Guardia Nacional mandó a traer en helicóptero al gobernador político departamental de Rivas y al médico forense de esa ciudad, así como a un campesino que se encontraba prisionero en el cuartel de la GN, con el objetivo de identificar al jefe guerrillero caído en El Disparate. 

Acto seguido los tres cadáveres fueron intencionalmente mal enterrados, ya que sus sepulturas eran poco profundas y así, después de fotografiarse en forma victoriosa, fueron dejados medios insepultos los cuerpos de los guerrilleros muertos.

Recuperación de los cuerpos

El comandante en jefe Edén Pastora Gómez, Comandante Cero, ordena enérgicamente reconocer el golpe recibido y recuperar los cadáveres en forma inmediata.

El jefe del estado mayor del Frente Sur Benjamín Zeledón, comandante José Valdivia Hidalgo, ordenó crear una comisión que de inmediato garantizara recuperar los cuerpos del comandante Gaspar y los compañeros caídos.

El comandante Javier Pichardo Ramírez me informa que la acción de recuperar los cadáveres de Gaspar, Tonino y Santiago involucró a varios jefes de bases guerrilleras, así como a muchos combatientes de diferentes columnas, pues al momento de la recuperación hubo que poner retenes y emboscadas en todos los puntos incidentes.

 Y de acuerdo con las rutas que siguieron, afectaron en forma directa e indirecta a muchos jefes y compañeros a la hora de cumplir la misión.

Yo recuerdo a los compañeros que salieron involucrados en forma directa, compañeros decididos, fuertes, comprometidos con la lucha revolucionaria sandinista, firmes en sus convicciones revolucionarias que garantizaron el éxito de la misión.

Estos compañeros fueron Oscar Cortés Marín, “Chele Marcos”; Francisco Urtecho, “Halcón”; José Trinidad Picado López, “Chito Brujo”; Reinaldo Díaz Rodríguez “Rómulo”; Julio César Ramírez Bermúdez, “Bonanza”; y el profesor Ulises, “Ulises Colombia”. 

Estos fueron equipados con bolsas plásticas negras de polietileno tiesas, mojadas que se rompieron al empezar a cargar los cadáveres y bañaron a los compañeros de sanguaza, sangre y flema fétida de los fallecidos desenterrados.

Recuperación de los restos de Gaspar García Laviana. Fuente: 

Cementerio

Después de algunas contradicciones sobre dónde enterrarlos, determinaron de una vez por todas dirigirse al campamento y escuela guerrillera Patricio Argüello Ryan, donde en ataúdes sellados colocaron los tres cuerpos el 10 de enero de 1979 y fueron resguardados hasta el día del triunfo revolucionario, el 19 de julio de 1979.

Posteriormente, los cuerpos fueron llevados a San Juan del Sur, donde después de un acto solemne fueron trasladados al poblado de Tola, pueblo donde Gaspar amó a su gente y población. 

Quedaron sus cuerpos acompañados del también comandante Álvaro Diroy Méndez “Ezequiel”. Así es que descansa en ese sitio Gaspar, en la gloria y paz del Señor.

Comandante Martín

Esta es la verdadera historia del porqué y cómo fue la caída de nuestro recordado y querido padre Gaspar. Nuestras futuras victorias sobre la guardia somocista fueron abonadas y excitadas por el espíritu rebelde y guerrero de todos nuestros héroes caídos y por el espíritu mismo de nuestro comandante caído Gaspar García Laviana, comandante Martín.

Carlos Fernando Duarte Tablada**Subcomandante. Jerónimo.

https://nicaraocalli.wordpress.com/2016/01/12/como-fue-que-cayo-gaspar/

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